Cae su voz como la nieve fría del viejo abril, cae su
melodía, cae mi alma. Me aferro a ti como alma valiente, como aquel intimo
recuerdo, desnudos sus ojos tallan su belleza, los nudos entre sus sabanas
ruborizados de placer, la sombra de mis dedos jugando a enloquecer. Eterno el
segundo que se enmudece entre los dos, rápido el suspiro que cae de mi voz.
Espinas de la más bella flor, pétalos del más eterno jardín, tus labios que
nunca saben a fin. Hoy falta algo en mí, algo que silencia al alma, algo que
cautiva hasta el más viejo corazón, falta un pedacito de ti. Abrazo tu melodía,
rozando tu espalda, observando tu aroma, tu pelo y el más intimo lugar. Extraño
tu aroma entre mis sabanas, que jugaban a enloquecer.
“Los nudos de aquella noche que llenaron mi corazón de
placer”.
Fuerte e intenso, firmas una estampa de melancolía que roza la tristeza de un recuerdo.
ResponderEliminarRecorres un momento, dejando abierta la puerta de la imaginación, piel con piel.
Es un placer volver y encontrar de nuevo hermosos sentimientos envueltos en la palabra.
Un abrazo, Diego.
Muchas gracias por tus palabras María, el roce de esa imaginación, hacen de las palabras suspiros en mi corazón.
Eliminar